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Soy mujer hecha palabra

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domingo, 15 de febrero de 2009

viernes, 13 de febrero de 2009

UNA VOZ INIGUALABLE: J. MANUEL G. MENA

Hoy en toda Canarias se llora la pérdida de uno de los amigos más valiosos que se pueda tener: nuestro querido Manolo Mena.
Fue miembro durante muchos años del grupo folclórico Los Sabandeños y que últimamente pertenecía al grupo Atlantes. Una de las voces más limpias y puras dentro del panorama de la música tradicional canaria. Su potente voz de solista tenía la particularidad, además de transmitir las emociones y los sentimientos, de transportar el sentimiento de una forma especial que te hacían experimentar algo distinto, mucho más sublime, al escucharle en unas malagueñas, por ejemplo.. Además el timple en sus manos también sonaba de forma peculiar, con más mimo si cabe.
Este hombre joven todavía, con una forma de ser sencilla, cercana, amigable, serio en su trabajo y muy responsable en cuidarse, ha sufrido una cruel enfermedad que ha tenido un fatal desenlace. Y ayer a las 7 de la mañana falleció en el Hospital de Paliativos, dejando huérfanos no sólo a sus dos hijos, sino tambien al todo el pueblo canario.
A José Manuel _que es como yo le digo desde siempre_ lo conozco desde que vine yo de La Gomera con diez años, que viviamos en la misma calle de Bco. Grande e íbamos juntos a la escuela en los Grupos Escolares de Taco. Luego en el Instituto de Taco, en la Antigua Filial. Después en la capilla de Bco. Grande, que para Navidades formabamos una parranda para ir a cantar villancicos por los barrios: Santa María del Mar, Chorrillo, Sobradillo, Taco, etc. De ese grupo nacerían luego Los Majuelos.
Conocí a su padre, conozco a su madre, a su hermana y a sus hermanos.
Después de mayores ya cada uno tomamos distinto rumbo pero siempre cuando nos encontrábamos nos saludabamos con cariño. Y desde luego que yo siempre lo he sentido muy cercano por su trayectoria artística, la cual he seguido siempre muy de cerca.
Por lo tanto para mi, no sólo se nos ha ido una de las voces más prestigiosas de Canarias, sino además se me ha ido un amigo, un vecino, un hermano, por lo que hoy me siento afectada y me uno al abrazo de dolor de toda su familia: a doña Luisa, su madre, esa mujer lorquiana con una fuerza grande para soportar el dolor, que me parece verla hoy apretando los dientes y mostrando su fortaleza para que el resto de la familia no se desmorone.
¡Animo, familia, Manolo no ha muerto, quedará entre nosotros para siempre la luz de su mirada y la potencia de su voz!
¡¡Que descanses en paz, buen amigo!!

jueves, 5 de febrero de 2009

FELA, AMIGA Y MAESTRA

El viernes, 30 de enero de 2009, en el Ateneo de La Laguna, ha sido presentado el libro-homenaje póstumo a la Ilma. Sra Felicia Palenzuela Curbelo, titulado "Fela, amiga y maestra". Este libro ha sido el resultado de un proyecto soñado y hecho realidad por un grupo de amigos y amigas de doña Fela, liderados por su gran amiga e "hija adoptiva", la escritora y poeta Balbina Rivero Pimienta, que coordinó, escribió y prologó dicho libro con la sencillez y dulzura que la caracteriza y con la ternura que le ha inspirado el gran cariño profesado a su buena amiga Fela.
El acto fue inaugurado con unas palabras sencillas y muy sentidas del sr. Enrique Jiménez Fuentes, director de Ediciones IDEAS, que hizo de mantenedor del acto.
A continuación, Balbina Rivero hizo una semblanza de la personalidad de nuestra querida Fela, relatándonos con mucha emotividad algunos de los momentos que compartieron juntas.
La velada literaria estuvo amenizada musilcalmente por dos jóvenes virtuosos del piano como fueron Fabián de Prudencio y Lourdes Ramallo y una actuación en directo del dúo conocido como Lancelot, procedente de Barcelona, que merecieron múltiples elogios por parte de los asistentes al acto. Y entre actuación y actuación, fuimos saliendo al estrado algunos de los amigos que colaboramos en el libro, y que íbamos explicando el tipo de relación que nos acercó en su momento a nuestra querida Fela. Entre ellos, los más destacados: Olga González de Servando, Juan Antonio Batista y López de Vergara, Ángel Nazco, y muchos otros, entre los que tuve el honor de contarme.


El broche final de tan sentido homenaje lo pusieron las palabras entrecortadas por la emoción, del hijo mayor de Fela, Juan José Olives Palenzuela, que disertó durante breves minuto acerca de la figura de su madre, a la cual él siempre vió como maestra abnegada y dedicada enteramente a su profesión. Tanto fue así, que él mismo reconoce la influencia que la personalidad de su madre ha ejercido en sus hijos, ya que tanto él como su hermano y su hermana se han dedicado también a la docencia.
Y quiero terminar, exponiendo mi colaboración en este libro, donde relato las circunstancias en que yo conocí a la señora Fela:

LA PROFESORA DOÑA FELISA PALENZUELA

Conocida como Fela en su grupo de amistades.
A Doña Fela, yo apenas la conocí. Sólo la vi creo que dos veces: cuando le hicieron el homenaje en La Librería del Cabildo y en la presentación del libro de cuentos del amigo José Manuel Hernández Frías, en la Casa de Venezuela.
Sin embargo, me impactó el cariño y devoción que todos sus amigos y amigas le profesan y mucho más me impactó su carácter afable, jovial y sencillo. Sentí una enorme simpatía hacia ella y ahora me la imagino “en el otro lado de la vida” haciendo lo que siempre supo hacer: enseñar al que no sabe, pues ha sido maestra al igual que yo.
Cuando nuestra querida amiga Balbina, escritora muy conocida, me invitó a participar en el libro dedicado a la memoria de doña Fela, sentí que era mi oportunidad de saldar una pequeña deuda que mi conciencia había contraído con nuestra homenajeada.
Me explicaré: A doña Fela le rindieron un homenaje en la Librería del Cabildo, que fue organizada por mi buena amiga doña Olga González de Servando, y como ella sabe que yo soy muy aficionada a la poesía y me gusta recitar, pues me invitó a participar en el evento. Yo acepté encantada,
mucho más tratándose de una colega de profesión, pero cometí un error.
Como hacía poco que yo le había dejado a Olga un poema mío para ser publicado en un diario local, creí que sería el que ella me tendría preparado para recitarle a doña Fela . Y me presenté al acto sin llevar poema alguno. Cuando me llegó el turno de recitar.... allí estaba yo toda despistada porque Olga no tenía mi poema....¡qué bochornosa situación la mía!
Pero el amigo y gran poeta, don José Manuel Fernández Febles, tan caballeroso como siempre, me ofreció un bello poema suyo para salir del apuro.
Después de terminar el acto, me acerqué a doña Fela y la saludé, disculpándome por mi negligencia. Conversamos un momento sobre nuestra profesión y me presentó a un hijo suyo, también profesor. Entonces al despedirme, le prometí a doña Fela que le haría llegar un poema mío que ya tenía escrito de hace mucho y que había titulado “SER MAESTRA.
Pero el hecho de haberse producido el óbito de la buena amiga Fela sin yo cumplir mi promesa, me produjo un profundo pesar, porque aunque seguramente a ella se le habría olvidado mi promesa, pero yo me quedé con ese cargo en mi conciencia.
Y mira por dónde que ahora Balbina, como un verdadero ángel que es, me da la oportunidad de que Fela, allí donde esté, pueda tener mi poema con ella. Me parece poder verla sonriendo benévolamente al escuchar de nuevo mi chascarrillo.
¡Gracias, Balbina!
¡Para usted, doña Fela, con todo mi cariño, mi respeto y mi admiración, va dedicado este humilde poema!

SER MAESTRA

Ser maestra vocacional
es toda una gran fortuna
pues no hay mejor aventura
que la formación mental
de todo aquel personal
que ante ti ves expectante,
son esos tus estudiantes
los que ávidos de saber
te miran con gran placer
como nadie lo hizo antes.

Ser maestra es dibujar
en las mentes infantiles
las ideas más sublimes
que se han de realizar
es igual que recrear
aquello que Dios creó
y que a ti se te encargó
cual si fueras jardinero
para sembrar el primero
semillas de la ilusión.

Ser maestra es merecer
la confianza de guiar
a quien se deja llevar
por las sendas del saber
ayudándole a conocer
el mundo en que va a vivir
que no le hagan sufrir
que nadie pueda engañarlo
consiste en eso educarlo
para que sea feliz.

Ser maestra es sorprenderte
cuando vas por cualquier lado
y sientes que te han llamado
te vuelves y un jovencito
pregunta de hito en hito:
-¡Maestra!... ¿no me conoces?-
Te ruborizas entonces
y recuerdas cuando niño
al que ahora con cariño
te saluda hecho un hombre.

Mari Carmen Martín